Desde el comienzo de nuestra existencia, la caricia juega un papel muy importante en nuestra capacidad de sentir placer y de relacionarnos íntimamente con otro ser humano.
De pequeños una caricia disminuía un dolor físico o emocional, o nos hacía sentir la persona más importante del mundo para alguien. De adultos es la relación de pareja el espacio ideal para gratificarnos mutuamente con la caricia.
Cualquier momento puede ser el adecuado para ello: en la ducha, en los ratos de descanso, leyendo o viendo televisión, se pueden combinar con caricias tiernas y eróticas. Como preámbulo a una relación sexual, la caricia no sólo es importante sino indispensable para lograr un adecuado nivel de excitación en los dos miembros de la pareja.
Aunque haya hombres e incluso mujeres que no requieran de mucho preámbulo para lograr excitarse, las caricias son un excelente medio para enriquecer la relación sexual, prolongando el encuentro gratificante, para lograr una entrega más plena, enriquecida con ternura, erotismo, pasión, y no sólo un contacto genital mecánico.
No se trata solamente de tocar. El contacto físico puede ser gratificante si en él se involucran mente, corazón y, por supuesto, el cuerpo entero. Entonces, acariciar es un arte en el cual lo más importante es descubrir qué es lo que le gusta a nuestra pareja.
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