Tomado de www.nytimes.com
En nuestra sociedad, tenemos muchos patrones y estrategias diferentes para superar una ruptura. Entendemos que la conexión emocional que hacemos con una pareja romántica es profunda, y lo que sentimos en la ruptura es universalmente reconocido. Por ello, recibimos toda una serie de reacciones compasivas intentando superar este trance emocional. Pero, ¿qué sucede cuando lo que estamos a punto de perder es uno de nuestros mejores amigos? Si bien esto puede ser igual de importante, existe una tendencia hacia la consideración social de un «vínculo desechable» y uno también puede sentir cierta incredulidad por parte de los demás si no acepta rápidamente la ruptura. amigo puede ser muy complicado, entre otras cosas, por la dificultad de no encontrar apoyo ante una pérdida que no todos pueden considerar traumática.
Cuándo y cómo recuperar las cosas
Muchas veces nos referimos al dolor como un proceso individual, donde cada uno gestiona su dolor y moldea el proceso a su manera. Parte de lo que allana el camino para cada persona en duelo son las decisiones que toma sobre sí mismo, su entorno y los eventos que se desarrollan. Una de esas decisiones involucra qué hacer con las posesiones del difunto y cuándo hacer algo al respecto.
Estar consciente y conectado con lo que quiere hacer, cómo quiere hacerlo y cuándo está o no está listo para enfrentar ciertas circunstancias puede darle a cada persona en duelo la clave para comprender cuándo y cómo quiere hacer frente a esta situación. Con la certeza de que no existe una urgencia para emprender esta tarea, ni un objetivo específico (como, por ejemplo, cambiarlo todo o quitarlo todo), el doliente puede anticipar cómo quiere hacerlo.
No saber saludar a un ser querido es normal.
Muchas veces la muerte llega sin previo aviso y se pone de nuestro lado, y para siempre de ese familiar que tanto amamos.
Cada vez es más común escuchar que antes de ir al cielo, o poco después, el difunto se aparece en sueños a sus familiares, y en muchos casos hay una conversación que ayuda a ambas partes a cerrar el arete, así que hasta los difuntos puedan continuar su camino en paz, al igual que nosotros que seguimos teniendo el don de la vida.
Terminar un proyecto iniciado
Si la persona ha dejado un proyecto sin terminar, puedes honrar su memoria completándolo. Es una manera de recordarla y dar importancia a sus deseos y metas. Por ejemplo, si desea presenciar o aprender sobre un lugar determinado, puede ir a visitarlo y recordarlo mientras lo hace.
Reúnase con familiares y amigos que están experimentando la pérdida y hable sobre la persona que murió. Cuenta historias y anécdotas sobre él.
Aceptar el dolor y, si surge la tristeza, aceptarla
Cuando termina el amor y termina una relación, comienza el proceso de duelo de la pareja. No es que esta persona esté muerta, pero lo que está muerto es que la relación, el vínculo que unía a estas dos personas ya no existe. Es ahora cuando la persona inicia un camino de autodescubrimiento y reencuentro con uno mismo.
Es fundamental que aceptes las emociones y sensaciones que te inundan. Sobre todo, que te permitas compartir lo que sientes con tus seres queridos: familiares y amigos. Poder apoyarte en el otro te permitirá desahogarte y no caer presa del océano de emociones en el que te encuentras.
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