A la hora de imaginar una relación, solemos verla como un camino por el que andamos y llegamos a distintos puntos. Pasamos por generar confianza, estar cómodos, tener intimidad o convivencia y tener hijos. A menudo, estos estados corresponden a etapas predeterminadas de necesidades, como matrimonio o compañero de habitación. Las partes afectivas tienden a distanciarse y, si se toman en consideración, se consideran el resultado de un primer golpe de amor a primera vista, cuando en realidad sigue el camino contrario: logro establecer cimientos que, si se consolidan, me hacen sentir el amor verdadero, sin dependencias ni ataduras enfermizas, por el otro. En los primeros momentos de una relación es fácil que todo fluya y que nos sintamos bien juntos. Es, una vez avanzada la pareja, que surgen los desacuerdos e incompatibilidades. Esto no significa que la relación tenga que terminar necesariamente, sino que ha habido un proceso que no se ha seguido de forma lineal. Dejamos cimientos importantes y corrimos a alcanzar cuanto antes el amor o la alegría. Para que una relación funcione correctamente, la pareja debe establecerse en base a una serie de círculos que deben cruzarse. Comenzamos con el círculo básico, que es la seguridad, y solo una vez establecido este círculo, pasaremos al siguiente. Así sucesivamente hasta completar. ¿Qué obstáculos hay que superar y cómo sé que lo hemos logrado?
Nos encontramos en este círculo cuando nos sentimos seguros, la relación inspira confianza, hay respeto, no hay invasión (del espacio ni del tiempo) y ni siquiera nos enfadamos. Sabes que la otra persona no te está lastimando y no tienes que ponerte a la defensiva. Su presencia produce armonía en ti. Apareces con la persona con la que sientes que hay piel. No representa ninguna amenaza. Para ello, la emoción que buscará dicha seguridad será el miedo, del que buscaremos apoyo y confianza. El miedo será el que nos advierta que realmente no hay seguridad.
Acosar tus redes sociales
La verdad es que el acoso en las redes sociales puede ocurrir incluso cuando estás con tu ex.
Todos somos curiosos de vez en cuando y tenemos curiosidad por ver qué están haciendo con sus vidas.
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