La infidelidad, aparece como una de las principales causas de la separación, sin embargo, no es la verdadera sino que es una consecuencia de la falta de comunicación entre los cónyuges.
Dentro de los múltiples estudios sobre este tema, caben varios tipos de infidelidad o de traición afectiva, dependiendo de su motivación y el sujeto de acción:
Un primer caso es la infidelidad física, producto de una curiosidad, una fantasía no satisfecha o una etapa saltada en la vida. La persona tiene deseos de experimentar o conocer con otro que no sea su pareja, en vez de vivir las fantasías dentro del matrimonio las vive fuera.
Otro es aquella por enamoramiento o emocional, donde la persona se involucra mucho más con su amante, ya no es sólo una aventura de una noche, implica sentimientos, lo cual dificulta la recuperación de la armonía dentro del matrimonio.
Una tercera clase es aquella para buscar una cualidad de la que carece la pareja estable. En unos casos, el amante está dotado de una virtud o cualidad de la que carece su pareja.
Otra variedad es la infidelidad psíquicamente insuperable. Son las personas incapaces de guardar lealtad o compromiso alguno. El deseo sexual les resulta incontrolable. Son ‘cleptómanos del corazón’, aprovechan la mínima ocasión, anteponiendo su propio placer sobre sus valores.
Existe también una especie de infidelidad platónica, en la cual se siente que el compromiso de comunicación se da con otra persona y no con su pareja, aquí no se llega a la cama, es una especie de «incomunicación afectivo espiritual».
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