Álvaro Ginel es director de la revista Catequistas RESUMEN DEL ARTÍCULO A partir de los datos de una muestra de cristianos «retornados» a la Iglesia, elaborados por el propio autor, el artículo señala un rico conjunto de propuestas pastorales, que pueden iniciar una reflexión sobre un asunto de importancia eclesial. Comienzan con la escucha, la acogida, el diálogo; se enfocan en construir un camino abierto por la realidad de la persona que regresa; y necesitan un verdadero encuentro y acompañamiento. «Los que vuelven», significa «a la fe», o «a la Iglesia». Algunos teólogos y pastores de la Iglesia francesa llevan años reflexionando sobre lo que ellos llaman: repetidores y que aquí traducimos como los que vuelven. Nos parece oportuno que, también en nuestro contexto eclesial, comencemos a tener en cuenta a estas personas. ¿De quién estamos hablando? Se trata de un cierto número de personas, cristianas en su infancia y juventud, que se han vuelto a interesar por la fe y por la comunidad cristiana después de una etapa de alejamiento, olvido, negación, oposición o separación considerada y decisiva de la Iglesia. y desde la fe. Esta reflexión que me hizo la revista Misión Joven tiene en cuenta dos referencias: una pequeña encuesta-consulta distribuida, con la ayuda de amigos, a un número determinado de personas que han regresado. La segunda referencia es la literatura francesa sobre este tema que pude consultar. El objetivo que me propongo es suscitar en nosotros una reflexión sobre los que vuelven para abrirnos a una pastoral de acogida y de encuentro con los que un día partieron y un día decidieron volver. Siempre ha habido gente que se ha separado y vuelto a la Iglesia. La terminología clásica utilizaba el término pecadores arrepentidos para designar a aquellas personas que algún día volvían a la Iglesia. La novedad de hoy es que este número, si no mayor que el anterior, tiene connotaciones particulares, ya que regresan en un momento en que otros se alejan de la Iglesia. Ellos eran los que tenían que volver. La iglesia no tenía nada que hacer, solo juzgar su arrepentimiento y aceptarlos a cambio. Se reintegraron a la estructura normal de la comunidad como si nada, sin estructuras pastorales específicas para ellos. Lo nuevo es que hoy estamos reflexionando sobre lo que la Iglesia misma necesita hacer específicamente para este grupo de personas que regresan. No sólo hay un movimiento por parte de los que regresan, sino que también la Iglesia, en su acción pastoral, debe “mover”, cambiar, hacer algo. El regreso de estas personas se produce en un momento histórico en el que sociológicamente, al menos en nuestro reducido entorno cultural, la Iglesia es percibida por muchos como insignificante. Está más «de moda» salir de la Iglesia que volver a entrar o permanecer en ella. Y a pesar de todo, hay gente que vuelve. El regreso no está ligado a una moda, sino que se realiza como un movimiento contracorriente, lo que indica que en los que regresan debe descubrirse un signo de la acción del Espíritu en nuestro tiempo. Por eso, la acción pastoral debe estar atenta a acoger y responder a cuantos llaman a las puertas de la comunidad después de un largo camino o de una larga ausencia.
- Datos de muestra
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