Dicen que la seducción es como un delicado sistema de relojería, que hay que seguir paso a paso. Si en uno de los escalones el mensaje devuelto no es el correcto, la magia desaparece. Y es que en nuestras propias secuencias de cortejo, al igual que el resto de las especies, tenemos ciertas técnicas femeninas, tan antiguas y eficaces.
Por ejemplo…Qué te cuesta sonreír, levantar las cejas y mirar con ojos bien abiertos a tu hombre. Y no está de más cubrirse el rostro con las manos y reír nerviosamente. ¿Y que tal si alzamos los hombros, arqueamos la espalda y echamos el cabello hacia atrás con un movimiento de balanceo? ¿No crees que captaríamos la atención de nuestro ser amado o admirador?
Lo cierto es que la técnica de seducción más poderosa es la mirada. Con el contacto visual todo está permitido. Y si las parejas que están seduciéndose se miran fijamente por dos o tres segundos durante los cuales la pupila se dilata. Esto es una señal de extremo interés. Enseguida uno de los dos baja los párpados y aparta la vista.
Debes saber que la mirada provoca un efecto inmediato en el otro que hay que responder, ya sea con aceptación o rechazo. Para eso, también tenemos los mecanismos, ya inventados. ¿Cómo hacerlo?
En primer lugar, hay que distraernos un poco que nos permita ganar tiempo, mientras decidimos cómo contestamos a la invitación. Y luego miramos y sonreímos, de una forma tal que lo explica todo por sí misma. Las sonrisas de aceptación son francas, abiertas, descubren los dientes y se acompañan de movimientos imperceptibles de las cejas.
Si «pico» la carnada, entonces usamos ciertos signos como una actitud tímida, el ladeo de la cabeza, el pecho hacia delante y la mirada penetrante. Todos forman parte de un repertorio de gestos humanos concebidos para atraer a la pareja. ¿Te atreves a hacerlo?
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