El amor no impide las crisis, pero sí puede convertirse en el principal elemento de apoyo, para buscarles una solución. Del modo en que se superen los problemas dependerá que una pareja, refiriéndose a una etapa conflictiva, hable de una crisis más o la perciba como lo que fue el principio del fin.
La manera en que cada miembro de la pareja afronta ese periodo de problemas obedece a factores como la madurez emocional, la habilidad para gestionar los conflictos, la duración de la relación, las redes de que disponga o el momento personal en que se encuentre.
En este sentido, no hay criterios fijos a los que recurrir determinar si una relación toca ya su fin. Además, cuanto más duradera haya sido esa unión y cuando la ruptura afecte a más personas -los hijos son el argumento que muchas personas esgrimen para seguir conviviendo, a pesar de la crisis-, más difícil se hará tomar la decisión de romper.
Reconocer si se está atravesando una época con dificultades graves o si estamos ante el principio del fin de la relación, deviene una tarea ardua para los miembros de la pareja, ya que inmersos en un sinfín de emociones, sentimientos y sensaciones, resulta difícil serenarse lo suficiente para hacer una reflexión tranquila que los conduzca a esclarecer en qué punto de la relación se encuentran.
Debemos tener en cuenta que en fase de crisis nuestro estado emocional se altera; por ello, tengamos presente el alcance de las decisiones, sobre todo si se opta por terminar con la relación. Entonces, es conveniente acudir a un o una especialista en temas de pareja, que desbloquee la situación y habilite espacios para que la reflexión.
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